- Memorable noche en Pirineos Sur con el malí Salif Keita y el congolés Baloji.
- «Lo que hacemos no es vuestra jodida world music, lo que hacemos es nuestra música», dijo Baloji durante su magnífico concierto en el Auditorio Natural de Lanuza.
Ocurrió nuevamente. El Auditorio Natural de Lanuza fue el escenario de una cita memorable que los amigos de Pirineos Sur rememorarán en los siguientes años. ¡Noche para la mejor música de las metrópolis africanas! El auditorio vibró —se congregaron unas 2.500 personas— con la mejor música del continente negro, o mejor habría que decir —en esta ocasión— la que se puede escuchar por artistas de Malí, con el gran Salif Keita a la cabeza, y la joven revelación de la República del Congo Baloji, ambos subieron en la noche del sábado al singular escenario flotante sobre las aguas del Valle de Tena (Huesca). Noche cálida, gran luna creciente, cielo despejado que recortaba la magna silueta del Pico Foratata junto a las grandes cumbres pirenaicas.
«Lo que hacemos no es vuestra jodida world music, lo que hacemos es nuestra música» así de claro se expresa Baloji cansado de que se le pongan en la solapa de su colorida y elegante americana de color, mil etiquetas musicales creadas por una industria y una prensa occidental que no se despega del colonialismo y que ha tratado de apropiarse de las creaciones surgidas en las urbes africanas en las últimas décadas, tras la descolonización para sacar provecho y comercializar su arte como elemento exótico, donde se sigue juzgando el color de piel y la lengua extraña a la cultura occidental.
Bien es cierto que aunque sus proyectos han contado con el reconocimiento en sus países de origen, los músicos surgidos tras el periodo de sometimiento al Imperio (ya sea el británico, el francés o el portugués) han tenido que recurrir a las viejas capitales europeas para divulgar los proyectos creados en sus respectivas urbes.
En el caso del joven Baloji ha sido en Bélgica donde ha pasado una parte importante de su vida empapándose de ritmos, estilos y formas de crear ajenas a su tradición; en el caso del maliense Salif Keita fue París la plataforma natural desde donde haría una carrera extraordinaria que lo ha posicionado como una de las “vedettes” de los sonidos globales. En cualquier caso uno y otro han sabido conjugar de manera acertada sus raíces ancestrales, el sentido del ritmo y el uso de la música para lanzar mensajes y mover conciencias.
Balogi fue el primero en subir al auditorio. Unos pocos segundos después las primeras filas de la platea a pie del embalsese ponen en pie gracias al ritmo de una música donde hay rumba congolesa, soukous y rap en dosis óptimas, proporcionadas ya en su segunda entrega discográfica «Kinshasa Succursale» (2011). Su esbelta figura vestido con elegante pantalón negro, una colorida americana naranja, camisa blanca y pajarita negra, acompañan las interpretaciones con altas dosis de sensualidad, arrebato y distinción, dominando todo el escenario donde no falta una deliciosa y simpática versión del clásico “Indépendence Cha-Cha”. Funk, soul y en algunos momentos la figura alargada de Jame Brown que se hace evidente de manera sobresaliente. Se acompaña de un excelente grupo, donde la vocalista alcanza registros sorprendes, un veterano guitarrista se hace notar con solos deslumbrantes, mientras un magnífico teclista disfruta también del merecido reconocimiento. Un espectáculo al que se rindieron todos los congregados en el auditorio. Todo un descubrimiento que vino a suplir la actuación de los veterano Konono nº 1 que han suspendido la gira europea de verano. La actuación de Balogi dejó más que satisfecho al público más entusiasta del festival.
Salif Keita encabezaba el cartel de esta gran noche africana, y no defraudó. Espectáculo donde su voz ancestral quedó amalgamada con la electrónica dando paso a momentos de éxtasis colectivo como en las mejores noches vividas en el festival en sus más de dos décadas de recorrido.
El músico albino es una de las estrellas de las músicas creadas bajo la etiqueta del pop africano, junto a otros artistas de África Occidental como Youssou N’Dour, Mory Kanté o la diva Oumou Sangaré. Descendiente de familia noble -totalmente ajena a la música- ha tenido que padecer la falta de pigmentación de su piel, sobreponerse y destacar en una sociedad donde los albinos son perseguidos. En los pasados años, después de experiencias cercanas al pop occidental, emprendió una trilogía donde profundizó en los sonidos acústicos buscando su propia esencia. El resultadotres fantásticos álbumes entregados en una década: “Moffou” (2002), “M’Bemba”(2005) y “La Différence” (2009). Tras dicha pausa acústica ha vuelto a grabar un novedoso disco producido por Cohen Solal (Gotan Project), donde la electrónica tiene presencia constante, interactúando en un juego donde la vanguardia, las bases electrónicas de baile y la voz sobrecogedora del músico maliense resulta magistral. Alto voltaje donde no deja a nadie indiferente.
Salif Keita volvía al festival por tercera vez, las anteriores fueron en 1994 y 2006, donde mostró proyectos más acústicos. El del sábado fue una muestra poderosa y arrebatadora que contrastaba con su figura estática sobre el escenario atreviéndose en contadas ocasiones con leves pasos de baile -no así la bailarina que le acompañaba que no paró en un solo instante interpretando la rítmica de los temas con movimientos sensuales-. Piezas extraordinarias para dejar bien patente por qué es una de las estrellas más valoradas, respetadas y queridas de la escena mundial.
Como ha anunciado en repetida ocasiones, este puede ser su último disco y la última gira. Salif Keita, dejará los escenarios para centrarse en asuntos personales que le ocupan en Bamako, lo que nos privará de seguir disfrutando de la “voz de oro de África” y de noches excepcionales como la que firmó anoche en Pirineos Sur.
Texto de Paco Valiente publicado en la web del festival Pirineos Sur, www.pirineos-sur.es, dentro de la serie Firma invitada donde se incluyen artículos y críticas de periodistas destacados que están pasando por el Festival Internacional de las Culturas en su 22ª edición.