- El artista castellonense falleció el pasado lunes a los 77 años en su localidad natal, Vinaroz, tras una carrera multidisciplinar en la que hay composiciones musicales, obras de teatro, espectáculos audiovisuales, imágenes impactantes y otros trabajos difíciles de clasificar.
Aunque la música jugó un papel determinante en la vida de Carles Santos (Vinaroz, 1940-2017) el artista castellonense fue un creador multidisciplinar, en su obra hay desde composiciones musicales a piezas de teatro, espectáculos audiovisuales, imágenes impactantes, textos inauditos y un sin fin de trabajos plásticos que difícilmente admiten clasificación. En los más de cincuenta años de trayectoria la producción artística es tan diversa como transgresora, provocadora e impactante. Recibió el Premio Nacional de Música de 2008.
“Artista clásico”
Santos se consideraba un “artista clásico”, pero su obra se encuentra entre los trabajos vanguardistas más importantes de los realizados en España en las pasadas décadas.
Estudió en el Conservatorio del Liceo de Barcelona, inicia su carrera y en 1961 Joan Brossa le pide que componga la música que servirá para celebrar el 75 aniversario de Joan Miró, el encuentro le abrirá la puerta para entender el arte como una la suma de disciplinas, una fórmula que seguirá explorando en adelante. El siguiente punto decisivo en su carrera tendrá lugar en su estancia en Nueva York ─donde viaja en 1968─ donde conoce a John Cage que le adentra definitivamente en el mundo de las performance.
“Universo Santos”
En 2015 se otorgó la Medalla la Universitat de València en reconocimiento a su carrera, y se organizó la exposición en el Centre Cultural La Nau bajo el título “Universo Santos. El fervor de la perseverancia en Carles Santos” comisariada por Josep Ruvira, donde se mostraba los 50 años de un artista total, compositor, intérprete director musical y teatral, creador audiovisual, cinematográfico y dramaturgo.
Entre sus temas recurrentes a lo largo de toda su obra está el cuerpo, la comida, el uso de grandes espacios y las multitudes, el mar ─junto con la música era lo que más le gustaba─, el piano como elemento icónico ─que llegó a quemar 12 pianos puestos en vertical en una instalación, tirar al mar, incrustarle hélices de barco, derramar pintura, golpear o dejar estrellar contra el suelo,…─, el sexo y la iconografía pornográfica ─una constante en su obra escénica y gráfica─, la perversión, el sadismo y la religión,…
En resumen, Carles Santos tuvo una actividad prolífica, diversa y provocadora tocada por la genialidad.