El quinto álbum de Aziza Brahim, producido por Guillem Aguilar, vuele a la estética de ‘Soutak’ (2014), un sonido acústico de percusiones saharianas e ibéricas, junto a guitarras eléctricas y bajos cálidos, envolventes y sinuosos. Los temas sobre los que canta siguen apuntando hacia el anhelo de la patria, la lucha por la libertad y el amor hacia sus mayores, también el paso del tiempo. “La música te permite enriquecer tus sonidos originales con otros que aprendes”, dice la cantante y compositora saharaui que creció en los campos de refugiados en Argelia tras el forzado exilio de su familia del Sáhara Occidental, allí se pasaba las horas escuchando la radio, tanto en onda media (AM) como en frecuencia modulada (FM); el título era la palabra que sus abuelos decían para cambiar de emisora. Aquellas ondas de radio le abrieron los oídos a las músicas de todo el planeta. Viajó a Cuba a estudiar, pero no pudo hacer música que era su deseo; se estableció en Barcelona, donde aún reside entre los continuos viajes a los grandes escenarios de todo el mundo como embajadora de un pueblo que a través de la música expresa su deseo de libertad. Su música encaja en etiquetas como el blues, aunque su intensidad, fuerza y determinación la llevan más allá, al ¡desert punk! Su abuela ya no está, fue una importe poeta de la revolución y cultura saharauis falleció, le dedica una emotiva oración para horrar su memoria. Como invitado aparece Raúl Rodríguez, que aporta el sonido de su tres flamenco. Un trabajo emocionante, magnético con las dunas del desierto y poderoso con el sol que baña una arena refugio de un pueblo que busca la paz.
AZIZA BRAHIM
Mawja
(Glitterbeat, 2024)
www.glitterbeat.com