El polifacético Baloji, congolés que desde los quince años se instaló en Bélgica, se ha fijado en la Avenue Kaniama de Lubumbashi, la segunda ciudad de la República Democrática del Congo, para nombrar su tercer trabajo discográfico. Se trata de una gran arteria urbana de sureste del país africano se encuentra cerca de la frontera con Zambia y Malui. En total son catorce temas, organizados en tres bloques. El músico congolés-belga firma un álbum vibrante, efervescente y nada convencional, una colección de temas con un pulso fuerte, rítmico y irreverente; hay músicas de su tradición donde el soukous está especialmente representado, pero también de países vecinos como Nigeria (afrobeat) y Gana (highlife), pero sobre todo hay mucho más, como el rap y hip-hop. Sus músicas las describen como ritmos afro sintéticos, entre el rock-rumba y el funk futurista. Porque en el continente ocupado por las potencias occidentales que apenas supera el cincuentenario de las independencias ─que recordaba en su trabajo anterior con el formidable ‘Le Jour d’Après / Siku You Baabaye (Indépendance Cha-Cha)’, sus habitantes buscan su lugar en el mundo más allá de los estereotipos y patrones colonialistas. No es casual tampoco el nombre artístico, Baloji significa hombre de ciencia en swahili, un término que durante los años de colonización belga pasó a significar hombre de las ciencias ocultas, o hechicero, y puede que sea así por sus conciertos vigorosos, hipnóticos, en los que conduce hacia un sensual trance vudú. Irresistible, rompedor y vanguardista.
BALOJI
137 Avenue Kaniama
(Bella Union / [Pias], 2018)
www.bellaunion.com