Eyal el Wahab está al frente de un proyecto para el que han tomado el nombre de una conocida droga ─una hierba que se consume masticando las hojas o en infusión, utilizada ampliamente en Oriente Medio─. En el segundo álbum que graba propone una relectura de las raíces yemenitas a las que suma inspiraciones. Y para describir las composiciones que ha creado e interpretado explica que realmente la fórmula “es un poco como la música pop, donde el alma son cuatro acordes y una melodía. La diferencia es la expresión”. El Wahab se ha encargado de tocar todos los instrumentos que podemos escuchar, además se los ha construido el mismo a partir de elementos que han sido desechados. Es un niño de la diáspora yemní que creció en Tel Aviv Jaffa, en Israel, donde es una práctica común recurrir a la basura para transformarla en instrumento. “La gente simplemente juega en una lata allí”, dice. “Aquí la gente tira cosas, tesoros o trastos, y yo lo transformo”. Todo está hecho de metal, plástico o madera. Ha formado parte de la Jerusalem Andalusian Orchestra como violonchelista, aunque es autodidacta, y se ha aprendido el repertorio de memoria. Dejó la formación en la que estaba y se dedicó a construir sus instrumentos cuando escuchó un disco yemení de los años 60, ‘Qat, Coffee & Qambus: Raw 45s from Yemen’. El resultado es este hipnótico disco. “No tengo un mensaje”, dice. “Solo quiero estar más cerca de mis raíces, expresarme mejor. Y el concepto de usar lo que la gente no necesita es vital. Una lata es muy importante para mí. No es basura”.
EL KHAT
Albat alawi Op. 99
(Glitterbeat Records, 2022)
www.glitterbeat.com