Vuelta al principio, a las raíces, a su sencilla y añorada tierra. “Madre Extremadura tierra de mi cuna, amor que perdura en mi corazón” escribe Luis Pastor (Berzocana, Cáceres, 1952). Aunque a lo largo de sus letras y el músico extremeño ha cantado a su origen con canciones tan hermosas como “Flor de jara”, “La flor del cerezo” o “Soy”, ahora amplía y le dedica trabajo completo, una hermosa carta de amor que como dice ya no va por vía postal porque se envía por la mensajería electrónica de el móvil, el popular whatsapp. Ha cumplido setenta años, cincuenta de ellos dedicados a la música; su biografía la contado y contado, en prosa en las entrevistas y en verso en su libro y en conciertos, o al menos en la primera mitad de esa trayectoria vital con “¿Qué fue de los cantautores? Memorias en verso” (Capitán Swing · Nordica Libros, 2017). Recordamos, se estableció con su familia en el barrio de Vallecas, en Madrid, a principios de los sesenta. Ya lo sabía desde pronta edad, quería ser cantante y no ha dejado su vocación en todo este tiempo de idas y venidas, cambios de tiempos y hasta de una pandemia inimaginable. A los dieciséis años compro su primera guitarra, un año después escuchó Paco Ibáñez en un disco cantando a poetas. Debutó a los veinte con el disco de larga duración “Fidelidad” (1975), precedido del single ‘La huelga del ocio’ en 1972. Desde entonces el cantautor mantiene vivo su compromiso con la música y la sociedad, “no he dejado en ningún disco de incluir canciones protesta” recuerda. “Soy un fado enamorado” dice en “Ausencia”, uno de los temas donde se aproxima a la música portuguesa, el género urbano lisboeta, y otros sonidos del ámbito lusófono como la morna. Siempre cercano a Portugal, a Zeca Afonso entre otros. Cierra con “Retrato de Amália”, otro viaje al corazón de la reina del fado. Lo da todo Luis Pastor: “te dejo mi canto, mi risa, mi llanto, mi alma y mi ser”. Una hermosa declaración de amor.
LUIS PASTOR
Extremadura Fado
(Flor de Jara, 2022)
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