La voz de terciopelo de Lula Pena se reconoce rápidamente, una vez escuchada permanece en la memoria como si de una marcha indeleble fuese. La tesitura oscura, el uso de la guitarra para acompañarse como si además de instrumento de cuerda fuera una percusión más que marca el tiempo, el ritmo y la candencia de una forma de cantar que hipnotiza. Pena es de las artistas que ha decidido manejar su carrera, y no a la inversa. Desde 1998 solo ha entregado dos discos la misteriosa cantante, compositora, poeta y guitarrista casi chamánica, la voz se entrelaza con la guitarra, la percusión, su respiración y el ambiente misterioso que crea durante la escucha. Si hay que buscar referencias sonoras a su música tal vez el blues y el jazz, la canción francesa, el folk, el fado, la bossa nova y el flamenco aportan código y estructuras para la arquitectura libérrima una dama que es capaz de expresarse ya sea en portugués, francés, español o inglés e incluso griego (vocación nómada, políglota que asimila rápidamente la lengua del lugar al que llega, y una curiosa innata), cuando canta textos de autores que van desde Manos Hatzidakis a Violeta Parra. En todas se entrega sin preparos, y derrocha emoción por igual. La clave del trabajo está en buscar los sonidos fuera de su entorno, ir al encuentro como hicieron en el siglo XIX algunos pintores que dejaron los estudios de pintura para plasmar ruinas, paisajes y otro elementos orgánicos. A la búsqueda de la aventura.
LULA PENA
Archivo Pittoresco
(Crammed Discs, 2017)
www.crammed.be