Doce años después de publicar su disco de debut Lula Pena ha editado un personal, intimista y arrebatador segundo álbum de voz y guitarra, tan desnudo como bello. La cantante lisboeta tiene una de las tesituras vocales con más personalidad del rico panorama portugués. La exquisita forma de cantar Luna Pena no es fado, pero hay fado en su voz, no es folk pero hay folk en sus canciones, y poesía, mucha poesía. Su música está más allá de cualquier etiqueta que le podamos atribuir a su embriagadora y emocionante forma de expresión artística. Se considera así misma “phadista”, permitiéndose la licencia de cambiar la f” que da nombre al célebre género urbano de su ciudad. ‘Phados’ (1999) fue el titulo de su disco de debut. El brasileño Caetano Veloso se ha referido a ella como “una portuguesa de voz grave que canta como un poeta”, tal vez buscando la similitud expresiva con la voz de Vincius de Moraes. Rodrigo Leão la llamó para cantar un tango en el disco “Pasión” (2000), pero también en ella se ha fijado Adriana Calcanhotto. Ha pasado un tiempo de país en país, un periplo por pequeños escenarios y alguna duda sobre la continuidad de su carrera musical. Las referencias musicales de Lula están en los álbumes que escuchó de Simon & Garfunkel, Bob Dylan y en general el folk norteamericano, el pop de The Beatles o el jazz. Canta en portugués, español, francés e inglés. El disco lo ha grabado en su ciudad y lo ha estructurado en siete actos que fluyen de forma delicada, su voz oscura ilumina la estancia donde suena su magnética voz.