Cerca de completar los cincuenta años de carrera Maria del Mar Bonet realiza uno de sus sueños, “el mejor regalo de cumpleaños que yo podía tener”, ser protagonista de un puente entre la mediterraneidad y la cubanía. La artista mallorquina ─una de las voces más importantes del Mediterráneo─ mantiene un diálogo muiscal entre un mar y otro, entre una isla y otra. El viaje musical supone mover el foco de las pautas habituales que caracterizan ambas tradiciones, una travesía solo posible cuando que cuenta con maestros como Jorge Reyes, y su grupo de Latin-jazz, y José María Vitier, más otros grandes músicos como María Victoria, El Tosco, Pancho Amat y Enrique Pérez Mesa. Lo primero que llamó la atención a Bonet ─su primer viaje lo hizo en invierno, en el mes de enero─ fue el gran parecido de la música campesina, que compartían harmonías, que las canciones populares de una y otra isla no eran tan diferentes. La grabación transcurrió en plena primavera, en mayo, el momento en el que florecen los árboles, los girasoles ocupan todos los espacios y la luz lo baña todo. El fruto de aquella estancia son trece piezas. Dos de ellas recuperadas de la tradición popular que hermana a ambas tierras, un terreno compartido de complicidades, sentimientos y emociones. Recuerda Yanni Munijos, su manager y productor ejecutivo, otros viajes para afrontar proyectos de resultado fascinantes, el hizo a Siria para construir el maravilloso “Amic, Amat” (2004) y el emotivo en su Mallorca natal “Raixa” (2001).
MARIA DEL MAR BONET
Ultramar
(Picap, 2017)
www.picap.cat