Desde hacía tiempo María Rodés tenía en mete hacer un álbum de canciones que se hubiesen popularizado en la gran pantalla, pero en la búsqueda fue a dar de frente con la copla. En el género llamado también canción española o canción andaluza encontró la cantante barcelonesa el lamento, la pena y el desasosiego como el eje de una cultura popular que dejó su impronta en generaciones pasadas. El género ha sido maltratado en las últimas décadas, denostado y repudiado, pero poco a poco está ganando el espacio perdido gracias al gran trabajo de difusión de artistas como Carlos Cano o Martirio –por dar dos visiones en la interpretación–, entre otros muchos. La decena de piezas que canta Rodés, dejando a un lado su labor compositiva y desarrollando la interpretativa, aportan una visión inusual llevándolas a una recreación naif sobre texturas sonoras atmosféricas, sencillas, pero conservando las melodías. Así, con estos códigos estéticos aborda clásicos como “Tengo miedo”, “Tres puñales”, “Tatuaje” (donde canta junto a Albert Pla) o “Ay pena, penita, pena” que siguen siendo perfectamente reconocibles aún con singulares aportaciones instrumentales. Le acompañan Gillermo Martorell en la guitarra eléctrica, piano y minimoog, Mario Mas en la guitarras españolas, acústicas, bandurrias y cuatro, Marià Roch en el bajo, Pep Pascual y Quino Béjar (percusiones). Grandes números de la copla, los de Rafael León, Antonio Quintero, Juan Solano,… en descorcertantes interpretaciones oníricas que muestran otra posible relectura de clásicos del género por quienes lo han escuchado, sentido y mostrado en el nuevo milenio.

MARÍA RODÉS
María canta copla
(Chesapik / Popstock, 2014)
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