La música para Melody Gardot fue la terapia que siguió por prescripción médica de su neurólogo para superar las heridas, lesiones y traumas sufridos tras un accidente cuando circulaba por una calle de Filadelfia en bicicleta a los 19 años y la todoterreno un arroyó. Si bien en sus discos precedentes ─desde 2005 que lanzó su primer disco, un EP, con temas grabados en su propia habitación con un sencillo equipo─ Gardot (Nueva Jersey, EE UU, 1985) miraba hacia adentro para encontrar la línea argumental de sus composiciones –es autora de la música y la letra, interpreta piano y guitarra además de cantar–, ahora en su cuarto álbum mira hacia fuera y pone el foco de atención en sucesos que tiene como escenario Estados Unidos y la violencia racial es el problema que subyace como argumento delictivo. Es un disco sobre la vida misma de seres marginados, y de aquellos que tratan de vivir la vida pese a todo. Le importan la vida de otros, Melody levanta la vista, mira y ve; pone el punto de foco en problemas cotidianos, reales y que muchas veces nos pasan desapercibidos. Canta en tono oscuro, pero sedoso y profundo, como un joven adolescente llamado Emmit Till fue asesinado en 1955 por dos hombres de raza blanca en Misisipi por haber tonteado con una mujer blanca. Los mimbres sonoros del álbum tiene el como sustrato los códigos del blues, el R&B y el jazz, pero tratado de una manera muy personal, tanto que no sin ser lo uno u lo otro, alcanza a serlo todo, una delicada mixtura sonora acompaña las diez piezas que entrega con la producción de Larry Klein y las orquestaciones de Clément Ducol. El registro de voz se hace aún más especial, el secreto está en usar una afinación más baja y poco usual. Las historias de Melody Gardot son las de una sociedad despiadada que sigue poniendo precio a la vida de las personas cómo única medida de su valor: puede ser una puja en dólares, pero no es solo la divisa americana la que dice cuánto valemos. Gardot lo canta magistralmente desde el fondo mismo del alma, con toda su crudeza aflora y nos traspasa irremediablemente.
MELODY GARDOT
Currency of Man
(Universal Music, 2015)
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