Resulta muy difícil colocar una etiqueta que se ajuste al proyecto musical de los húngaros Meszecsinka, a priori los medios la incluye en el variopinto cajón de la “world music”, porque su tiene algo de música de raíz tradicional ─cantos inuit, técnicas siberianas de voz,…─, además de electrónica, texturas ambientales y juegos sonoros que dan ese aire de trance futurista de aires europeos. La banda fue creada en 2009 por Annamari Oláh (voz y saz) y Emil Biljarski (teclados y guitarra), y en este disco además participan Szabolcs en el bajo y Dávid Krolikowski en la percusión. A penas seis temas, que suman casi cuarenta y cinco minutos de duración, que funcionan como una contundente mixtura sonora en la que la cantante magnetiza al oyente. Hay pasajes cercanos al post-punk, el rock,… pero también livianas como una composición de corta duración ─no llega a los dos minutos─ que crea una atmósfera etérea, no en vano se llama “Air!” (aire) y que sirbe de preámbulo al cierre, “Birdy” (pajarito), sobrevolando un espacio imaginario de guitarras, batería y sonidos de la naturaleza procesados que crean un ambiente inquietante, sinuoso.
MESZECSINKA
Árnyék Shadow
(CPL Music, 2022)
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