Niño de Elche sigue explorando las poliédricas posibilidades de la música entendida como un arte sonoro global, sin métrica, libre de fronteras y ajeno a los límites estilísticos. Y es que como en cierta ocasión sentenció Enrique Morente “la creatividad surge del riego”. En el caso de Niño de Elche cada producción resulta de un ejercicio de ensayo, prueba y… ¿error/acierto? Hay talento, atrevimiento y tiro certero, como ha demostrado sobradamente en los precedentes, “Voces del extremo” (2015) y “Antología del cante heterodoxo” (2018); y con otros compañeros de viaje en Exquirla y RaVerdial dejado bien patente su genialidad. Aquí da un salto oceánico para trabajar con el productor e instrumentista bogotano Eblis Álvarez, alma de Meridian Brothers y ex Frente Cumbiero, representante del “tropicalismo caníbal colombiano”. Paco Contreras Molina sigue procesos que no tienen por qué ser lineales, esos que dar lugar a encuentros no evidentes, sensaciones no previstas y conclusiones sorprendentes. El ex flamenco ha trabajado sobre los cantes de ida y vuelta, viaje de ida, con el regreso “ni cuando, ni donde, ni como” como el propio artista ilicitano defiende. “Quisimos trabajar no desde los conceptos de la fusión o del mestizaje, sino de algo parecido a una terapia de choque, que ayuda a encontrar las grietas donde estas músicas se pueden convivir de una forma, si no natural, más o menos equilibrada, en la que convergen los supuestos diferentes mundos”. Redondea el álbum un arte gráfico de la carpeta, obra de Inés Doujak. Un gran acierto, otro, en una carrera llena de exploraciones.
NIÑO DE ELCHE
Colombiana
(Sony Music, 2019)
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