El cuándo y cómo un autor escribe una canción es tan variado y diferente como las personas mismas. Dar a luz una canción no está pautado, no tiene un tiempo definido de proceso creativo necesario, o resulta al final de un proceso mecánico. Salvo si de quienes hablamos se llama Bach o Mozart  que lo hicieron por encargo y a tiempo ─hay método, sí, pero no vale para obtener un resultado artístico, afortunadamente─. Tampoco el diapasón de las musas atiende a normas (“las musas están siempre en casa de Sabina” afirmaba en cierta ocasión el músico gaditano Javier Ruibal cuando se le preguntaba al respecto). Al creador la inspiración le tiene que coger trabajando. “Desesperadamente busco y busco un algo…” decía el añorado Hilario Camacho según rememora Paco Ortega (Úbeda, 1957) en la carpeta de este trabajo al que dice haber dedicado los último cinco o seis años, el tiempo que transcurre para que saque el cantante, el autor, el artista que convive con el productor. “Hace tiempo que sé que la fama es un turrón” confiesa Ortega ─que conoce en primer plano la fama tanto en solitario como en dúo con Isabel Montero que a finales de los ochenta y comienzo de los noventa tuvo un notable éxito─, y con la libertad que conocerse, van aflorando “un puñado de canciones para mis fieles y porque no decirlo, sobre todo para mí mismo”. Y ahí están, para quien las quiera degustar 10 canciones en las que filtra sus experiencias y las transforma en música. “Canciones sin prisa que caminan de espaldas a la carrera de la fama” por si teníamos alguna duda.

PACO ORTEGA
Canciones sin prisa
(Chesapik, 2018)
www.pacoortega-cancionessinprisa.com