El primer álbum de Teresinha Landeiro nos descubre a una joven fadista que además de tener una voz extraordinaria hace una interpretación del fado que busca desde lo clásico ser actual y hablar a los más jóvenes de historias que les puedan interesar; y lo hace con el justo punto de emoción que rige la canción popular que germinó en los locales menos favorecidos de la capital lusa. Landeiro también escribe, además, aporta letras en que entre los once números que entrega tras una década de dedicación por lugares como la Associação do Fado Casto (a escasos metros de la Catedral). Natural de Azeitão, población de la región de Lisboa. En su corta biografía ─tiene más futuro que pasado, como no puede ser de otra forma por su edad─ se afirma que la primera vez que cantó coincidió con la celebración de su 12 cumpleaños, y le gustó tanto que continuó aprendiendo, frecuentando tertulias, conferencias… y cómo no las típicas casas de fado donde se sigue mostrando el sagrado ministerio del fado. Una vez alcanzado el nivel óptimo, llegó a lugares muy especiales, verdaderas catedrales del fado en el antiguo barrio lisboeta de Alfama, donde solo hay lugar para la excelencia ─como la selecta Mesa de Frades─, donde se la puede escuchar, fraguó entre aquellas paredes los matices del canto, su temperamento y la interpretación. Pero la joven fadista prefiere prescindir del bestido y chal negro, son otro tiempos. Y de ahí, a grabar un álbum producido por el guitarrista Pedro Castro que le acompaña, junto a André Ramos en la guitarra de fado y Francisco Gaspar en el bajo. Lirismo, dulzura y profundidad en cada pieza, una voz que se sumerge en las letras para dar luz, brillo y cadencia a cada sentimiento codificado en palabras, el alma del género o la nueva lectura de un género centenario que cautiva y sigue entregando nuevos artistas.

TERESINHA LANDEIRO
Namoro
(Sony Music, 2018)
www.teresinha.pt