El segundo álbum de Ataxía llega cuando el proyecto supera la década de trayectoria, y con una formación en cuarteto que lideran Alberto Mateo (oud, cumbus, baglamás, saz,…), Andreas Melas (voz, tzourás, baglamás, guitarra y kombolól), Julia Badenes (voz, guitarra, letras…), y Diego López (percusiones).
El repertorio se nutre temas rebetiko ─estilo musical que surge a principios del siglo XX en los territorios entonces griegos de Asia Menor, y actualmente perteneciente a Turquía, música desprestigiada por vulgar y relegada a las capas más desfavorecidas de la sociedad─, y piezas tradicionales griegas de diferentes lugares que da una idea de la diversidad de una de las tradiciones más antiguas del mundo, junto con composiciones propias en la misma línea.
El nombre de la formación, creada hacia 2011, está tomado del griego, que significa desorden, sin clase y también metafóricamente travesuras o mal comportamiento. El primer disco del conjunto fue ‘Música del submón’ (2017).
Junto al cuarteto base, aparece una larga lista de colaboraciones, hasta 29 músicos han participado en el álbum donde hay un total de 18 temas, más un bonus track ¡sorprendente!
El álbum lo dedican a la memoria de Nabil Mouzourhe, percusionista amigo del grupo que ha fallecido recientemente.
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